Oh how we dance
Se cumplen cuarenta años de Rain Dogs (1985), probablemente el álbum más importante de la larga carrera de Tom Waits y, ya que estamos haciendo cuentas, uno de los discos que más veces he escuchado en mi vida. Cuando lo oí por primera vez, hace unas dos décadas, me pareció rabiosamente contemporáneo. Tal vez yo estaba descubriendo la música, como lo descubrimos todo a los 20 años, y la voz de Waits, entre el susurro y el aullido, me desconcertó y me fascinó. Esa fascinación no ha cambiado, pero sí la idea de lo contemporáneo; hoy suena como un clásico, casi una reliquia, y la atmósfera nostálgica que no noté siendo joven, cuando todo era euforia, es ahora lo más evidente. Hay que empezar por la euforia: Waits y los músicos de su banda bailando como un grupo de gitanos, magníficos vagabundos salidos de una obra de Bertolt Brecht, como en esta presentación en vivo de 1988. El artista extiende burlonamente el sombrero hacia el público, sonriendo con malicia, como un verdadero perro call...