Literatura y dinero


No es nada fácil escribir sobre dinero; es un tema al mismo tiempo demasiado abstracto y demasiado obsceno. Y no es fácil mediar en esa contrariedad. Es un tabú y un fetiche al mismo tiempo. Por supuesto es mucho más difícil escribir literatura sobre dinero: no es un tema que se preste mucho a la construcción de personajes complejos, a las tensiones dramáticas, a las sutilezas. De hecho tiende a la caricatura: estoy pensando en Dinero (precisamente), la novela de Martin Amis, que es una especie de cruza de La conjura de los necios (Toole) y La hoguera de las vanidades (Wolfe). Aunque su título sugiera otra cosa, la novela no es tanto sobre dinero como sobre otras cosas que suelen asociarse al dinero: poder, excesos, riqueza. Pero no es lo mismo. Ni es lo mismo cuando se trata el extremo opuesto: la miseria, la injusticia; allí el tema tampoco es, hablando propiamente, el dinero.

Sólo recuerdo dos novelas que efectivamente tratan sobre dinero, y siguen siendo novelas, no tesis disfrazadas. La primera es una novela de Belén Gopegui, La conquista del aire, que cuenta la historia de una larga amistad enrarecida por una enorme deuda, mucho dinero, que sigue como una sombra a deudores y acreedores cambiando el sentido de cada mínimo detalle de su cotidianidad. También es, claro, una novela sobre la amistad, y sobre la adultez, que los personajes alcanzan durante –y gracias– a la deuda que los une. Pero me parece un buen ejemplo de lo que podríamos llamar literatura del dinero.

La segunda es Historia del dinero, de Alan Pauls. Es casi inevitable, al hablar de Pauls (dejemos de lado su egomanía), referirse a esa especie de maldición que recae sobre escritores de grandes novelas que de algún modo los sobrepasan y terminan por eclipsar el resto de su obra. Ese es el caso de El pasado, que efectivamente es una gran novela (hay una pésima adaptación al cine), sobre la que no me atrevería a escribir una palabra, que deja la sensación de que no puede escribirse nada más después de ella. Y a Pauls le ha costado lo suyo. Historia del dinero es la última parte de una trilogía desigual, tratada casi con desdén por la crítica y los lectores que tanto alabaron El pasado

Yo diría que Historia del dinero demuestra que nadie se había equivocado con Pauls, que aún tiene mucho que decir, y tiene recursos para decirlo. Tal vez haber elegido precisamente el tema del dinero significó de algún modo doblar la apuesta; jugar todo o nada en los límites de la literatura. Y el resultado es genial. Pauls logra evitar las tentaciones del sermón y de la cátedra, y logra contar una historia –la historia de una familia de clase media– que gira siempre alrededor del dinero, y que incluye preguntas y reflexiones sobre el dinero sin dejar nunca de ser una narración, literatura. Esa es quizá su principal virtud: no intenta probar nada, solo preguntar. En alguna entrevista Pauls dice que Chejov decía que la función de la literatura es formular de manera justa una pregunta. Pensando así, me parece que falta mucha literatura del dinero. O bueno, yo no la conozco (recibo recomendaciones).

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