El consumo cultural de 2016

Sí, 2016 fue un año difícil, duro, pero no deja de merecer los rituales y los balances que se acostumbran al final de un año. O, mejor, nosotros no dejamos de merecerlos. Los necesitamos. Al menos yo los necesito para persistir en la ilusión de un orden que nos supera y al mismo tiempo nos limita. Hay que cerrar los ciclos anuales haciendo memoria, ponderando lo ganado y lo perdido, haciendo listas y chequeando como un burócrata que entrega un informe para la posteridad. Muchas cosas merecen al menos este reconocimiento por ayudarnos a dar sentido en medio del caos. Para mí, el consumo cultural es una de las dimensiones de la experiencia que mejor expresa esa necesidad del sentido. Por eso quise dedicar buena parte de esta semana a examinar mi consumo cultural durante este año, y quizá también para evitar que aquello que vale la pena mantener presente se pierda en la vorágine de la información cada vez más extensa y más veloz. Así me decidí por un libro, un disco y una película que este año me gustaron tanto que de algún modo han enriquecido mi vida. Los recomiendo en esta entrada con la esperanza de que a otros los pueda ayudar a encontrar sentido, alegría, placer estético, o a despertar la curiosidad intelectual o el simple interés.

El libro
No fue fácil, nunca lo es, decidirse por el mejor libro del año, o leído este año, y hasta el último momento no me definía entre El Danubio (1986), de Claudio Magris, y Fouché (1929) de Stefan Zweig. Al final, opté por Fouché porque leí la mayor parte de manera casi furtiva en los espacios entre clases en un par de semanas. Es decir, no podía dejar de leerlo, como afirma el lugar común pero como es en efecto cierto muchas veces. Otros buenos libros leídos este año me dieron un mayor respiro, la oportunidad de olvidarlos o de retomarlos. Pero eso nunca pasa con las biografías de Zweig, que tienen ese maravilloso arrastre dramático. Fouché, además, es la biografía de un antihéroe, y ese es su mayor reto: crear la empatía suficiente entre el lector y el biografiado, aunque este sea reconocido desde el inicio como un oportunista sin carácter, como un personaje tramposo y desleal que ni siquiera es cómico o pintoresco. La genialidad de Zweig consiste precisamente en descubrir la genialidad del propio Fouché en su instinto político; aunque fuera siempre un pusilánime sin demasiado reconocimiento, fue también el prototipo de lo que hoy llamamos “el poder en la sombra”. Joseph Fouché vivió entre 1759 y 1820 y logró sobrevivir a la Revolución, al terror de Robespierre, al Directorio de transición, a la República, a Napoleón y al imperio napoleónico, y hasta a la restauración borbónica, sin perder nunca su lugar en el poder político francés. Zweig logra reconstruir las estrategias y las intrigas del Fouché político sin olvidar ni por un momento a la persona, al Fouché vulnerable y hasta sentimental que por momentos nos hace sentir identificados y nos toma por sorpresa. 
Hacía mucho quería leer este libro, por diversas recomendaciones y alusiones, pero sólo este año tomé el impulso necesario para conseguirlo. Primero pensé que me había demorado, pero ahora quisiera no haberlo leído todavía para poder hacerlo después. Ojalá lo olvide pronto. Aquí la estampilla austriaca conmemorativa del centenario del nacimiento de Zweig, en 1981:


El disco
Sigo haciendo lo posible por escuchar siempre los álbumes completos, y por juzgarlos como un producto cultural unitario. El mejor disco que escuché este año es contemporáneo, pero reúne una serie de reinterpretaciones de clásicos. Se llama Under my skin y es el tercer álbum de Ben l’Oncle Soul, un joven cantautor de jazz. De hecho, varios de mis discos preferidos son reinterpretaciones de estos mismos clásicos del jazz y la música popular gringa, como As times goes by (1999), de Bryan Ferry. Sin ir más lejos, el disco que competía como mi preferido de este año era Shadows in the night (2015), de Bob Dylan, quien ha dedicado sus últimos dos álbumes a estas reinterpretaciones. Aquí les dejo su versión de I'm a fool to want you (1951), original de Frank Sinatra, para que se hagan una idea: 

Pero las versiones de Under my skin son muy distintas de las de Shadows in the night. Sobre todo, son menos melancólicas, más versátiles, con arreglos musicales más complejos, y el disco entero imprime un cierto optimismo muy lejano de la densidad de Dylan, y tal vez más conveniente para cerrar este año. Voy a dejar aquí una de mis canciones favoritas, la versión de My way (1969), original, cómo no, de Frank Sinatra y Paul Anka. Antes un dato curioso: esta canción está basada a su vez en Comme d’habitude (1967), de Claude Francois, y esta última inspiró también a David Bowie para componer Life on Mars (1971). 


La película
He notado que estoy olvidando con mayor facilidad las buenas películas que veo y que me asombran, me conmueven y me despiertan una admiración que apenas un mes después se confunde con tantas otras imágenes e historias que ya no puedo discernir. Me apena porque con el cine he sido especialmente neurótico y hasta llevo tablas de Excel con mi propia colección de dvd’s (copiados, se entiende), con todo y lo obsoleto que parece hoy tener dvd’s, y ni hablar de ver cine. Pero después de pensarlo bien puedo decir con seguridad que la mejor película que vi este año fue Los lunes al sol (2002), de Fernando León de Aranoa. Claudia la había visto en España y me la había recomendado bastante. Tenía toda la razón. Últimamente he visto un par de películas duras sobre el desempleo y las dinámicas laborales, como Dos días y una noche (2014), de los hermanos Dardenne, que me han gustado mucho. Pero ninguna tenía la ternura, la humanidad y hasta el humor de Los lunes al sol. No es sólo la historia de un grupo de amigos desempleados en una ciudad que transita a marchas forzadas hacía el posindustrialismo; es sobre todo la historia de un grupo de amigos. Así de simple, así de universal. Los lunes al sol es una exaltación de la amistad y de la solidaridad sin cursilerías y sin clichés. 
Este año también vi A perfect day (2015), otra película muy buena del mismo León de Aranoa. Aunque parezca increíble, hay una versión completa de Los lunes al sol en YouTube. Aquí dejo el tráiler:

Comentarios