Matrioska


Leer literatura, y escribirla, suele asociarse con la necesidad o la pulsión de vivir la vida de otros, aunque la cosa no pase de ahí; es decir, de leer o escribir la vida de otros, que es bien distinto de vivirla. Marcel Schwob cuenta en Vidas imaginarias que Petronio decidió vivir literalmente las experiencias que había contado en sus relatos: dejó de escribir y se dedicó a buscar los lugares y los personajes de sus propias historias, con consecuencias trágicas. Algo similar le sucedió a María Turner, quien hizo varios experimentos para vivir, al menos en parte, la vida de otros, hasta que finalmente cambió su vida por la de su amiga Lillian Stern, con consecuencias trágicas. 

La historia de María es parte de un libro de Paul Auster, Leviatán, y María es un personaje inspirado en Sophie Calle, quien de hecho ha intentado, algunas veces con éxito, vivir las vidas de otros. Cuando Calle leyó la historia de María se le ocurrió que Auster podría escribir otra historia destinada explícitamente a ser vivida por ella, por Calle. Es decir, un relato que ella representaría al pie de la letra, como siguiendo las órdenes del autor, hasta borrar definitivamente los límites entre realidad y ficción que el propio Auster había retado. Pero Auster no aceptó la propuesta, creyó que iba demasiado lejos incluso para él y temió por la responsabilidad de crear un personaje real. Realmente real. De modo que no escribió la historia pero sí unas cortas “instrucciones” para que Calle siguiera durante unos días en New York. Auster tituló el texto como Gotham handbook, y añadió un subtítulo pudoroso y algo cobarde: “porque ella lo pidió”. Calle, por supuesto, siguió las instrucciones y documentó todo el proceso. El resultado es un extenso performance que es a la vez un relato literario muy sugerente y de una gran calidad, muy recomendado. Se consigue una traducción al castellano en una curiosa antología convenientemente llamada El juego del otro

Años después, Sophie Calle le propuso el mismo trato a otro escritor, Enrique Vila-Matas, después de leer en un libro suyo la referencia a la historia de Petronio que cuenta Marcel Schwob. Y Vila-Matas aceptó. Así es como escribió la historia de Rita Malú, un personaje, de nuevo, inspirado en Sophie Calle, y que de hecho se presenta como “la mejor imitadora de Sophie Calle”. Rita lee una novela de Jean Turner (el doble masculino de María Turner) en la que el escritor anuncia su desaparición y, en efecto, desaparece, y decide ir en su búsqueda hasta el final del mundo, que en este caso es la isla portuguesa de Pico; hace entonces el largo viaje hasta una misteriosa casa en medio de la nada en la que encuentra a Turner, con consecuencias, ya no digamos trágicas, pero al menos perturbadoras. 

El relato de Vila-Matas, llamado El viaje de Rita Malú, hace parte de un texto más largo en el que nos enteramos de la propuesta de Calle, la respuesta de Vila-Matas (es decir, la propia escritura del relato) y, posteriormente, de la impostura de todo lo anterior. Es decir, que Calle, aparentemente, nunca le pidió nada a Vila-Matas. A partir de allí, Vila-Matas recrea toda su impostura en un encuentro (¿esta vez sí real?) con Calle, quien finalmente le propone, ahora sí (pero ya a esta altura se ha borrado definitivamente cualquier límite entre realidad y ficción) que escriba la historia de Rita Malú, a lo que Vila-Matas, cómo no, se niega. 

El texto completo fue titulado por Vila-Matas, que es un genial autor de títulos, Porque ella no lo pidió, y hace parte del que considero hasta ahora su libro más complejo y tal vez a largo plazo más importante: Exploradores del abismo. En estos días, un poco decepcionado, debo decirlo, con la última novela de Vila-Matas, Aire de Dylan, decidí releer algunos relatos de Exploradores del abismo para recordar las razones que me han llevado a admirar a un autor tan irregular y enigmático. Y confirmé mi admiración gracias, sobre todo, al bucle imposible de Porque ella no lo pidió, que deja una sensación, después de la lectura, por lo menos tan perturbadora como el autorretrato de Bartolomé Murillo que acompaña esta nota. 

El epílogo de algún modo lógico de esta matrioska de personajes reales y ficticios es lo que le sucede a Rita Malú cuando finalmente encuentra a Jean Turner en medio de la nada. Es decir, cuando la imitadora de Sophie Calle creada por Vila-Matas encuentra al doble de la imitadora de Sophie Calle creada por Auster. Lo que sucede es que Turner previene a Rita de quedarse en la casa, pues está habitada por un fantasma; ¿y quién es ese fantasma?, pregunta Rita; usted, contesta Turner.

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