Don Chinche y la pobreza


Por estos días están retransmitiendo, en Señal Colombia, los viejos capítulos de Don Chinche (1981-1989). Viendo algunos me entró la nostalgia, no solo por la televisión que vi siendo un niño, sino también por la Bogotá en que viví en aquellos años: la Bogotá de Don Chinche; una ciudad pobre (o más claramente: con una pequeña clase alta y una gran brecha social), pequeña (unos tres millones de habitantes), con fuertes componentes rurales (las personas andaban aún en ruana por las calles). Me quedé sorprendido al ver de nuevo aquella Bogotá y contrastarla con la actual: una ciudad de clases medias, de casi diez millones de habitantes y, para usar una categoría polémica, moderna.
Con lo que ha implicado esta modernización acelerada; este caos. Pero el asombro tiene que ver con la aceleración: sólo veinte años han pasado desde la Bogotá de Don Chinche.
Me ha hecho pensar mucho la pobreza, o su representación, en Don Chinche, una representación de la pobreza tan distinta de la que campeó en los años noventa, poblada de sicarios y prostitutas. Una pobreza casi bucólica, campesina, comunitaria; no la pobreza terrible y ferozmente individualista de, digamos, Rodrigo D (1990). Claro, Don Chinche era una comedia. Pero también N. N.  (1990-1995) era una comedia, y ya se notaba en ella la presión de la gran ciudad, la violencia del anonimato. Los personajes de Don Chinche viven aún en un barrio que parece un pueblo, un microcosmos que, inevitablemente, romantiza la pobreza.
Y en esa romantización, tan similar a la de El Chavo, caí redondo: me pareció, como quizá nos parece a todos cuando recordamos nuestra infancia, que en la Bogotá pobre en la que crecí los ladrones eran como "El Galo", aquel personaje de Don Chinche que nunca coronaba un robo. Y luego se me ocurrió que sobre esa misma Bogotá casi aldeana cayó también la ola de terror del Cartel de Medellín, y del exterminio de la UP, y de toda la violencia que desangró (y desangra) el campo colombiano desde mediados de siglo y llegó a sus ciudades en los años ochenta. Nada de eso, sin embargo, parece afectar a Don Chinche, ni después a su reemplazo de clase media: la familia Vargas de Dejémonos de vainas (1984-1998).
Hay que decir que Don Chinche no es ya gracioso (no sé si lo fue, me parece difícil creerlo), que sus libretos son infantiles y sus actuaciones torpes, y que tal vez esa ingenuidad haga parte de su efecto nostálgico. También la producción audiovisual era entonces más pobre (hoy se invierten presupuestos multimillonarios en "reality shows" basura). Mi interés en la serie es más bien sociológico, o histórico; de allí estas notas desordenadas. O mejor: mi interés es autobiográfico. Aunque admire The wonder years (1988-1993) y me haya proyectado de algún modo en Kevin Arnold, debo reconocer que es el barrio pobre de Don Chinche, y no el suburbio de clase media de los Arnold, el que me identifica y me conmueve.

Comentarios

  1. Si es verdad, Don Chinche y el Chavo comparten muchas similitudes, humor blanco, sociedad media-pobre, Produccion apenas basica, Una vecindad, etc. Yo lo vi todo y es un poco gracioso y nostalgico a la vez observar la Bogota de aquellos dias con parques horrorosos y mal hechos que solo eran frecuentados por rateros y Chicas malas. Bueno te dejo un saludo, Grande Don Chinche

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